Cultura

Diario del lector: Por donde corren los sueños

Por Gabriela Urrutibehety (*)

gabrielaurruti.blogspot.com.ar

Rafa Urretabiskaya es poeta y cuando narra, narra como poeta. Del mismo modo, cuando hace poesía narra. Lo que se dice, escribe sin límites y eso es algo que el lector agradece.

De alguna manera, Sarita y ese tipo es una nouvelle que habla de límites, aunque suene raro en una historia que es un viaje por la llanura, por el campo chato de la provincia de Buenos Aires, donde no hay límites a la vista.

El relato se ubica en 1973: un militante del ERP confluye en la huida desde General Conesa con una prostituta que busca volver a su casa en Junín de los Andes.

Sarita y ese tipo es, entonces, la narración de esa fuga por caminos secundarios, por pueblos descolgados del mapa o clavados en el medio de la nada que es la pampa, como se prefiera verlos.

Una carrera de postas en los que cada estación es un nombre, un apelativo que empieza a volverse entrañable en el mismo momento en que la premura del escape obliga a despedidas discretas o inexistentes.

Sarita y José Luis pasan por lugares que, a la vez, son las personas que los recogen o los transportan: lugares y personas arman, entonces, una geografía de la gauchada.

Así como los puntitos en un mapa resumen las casas, las calles, los parques, las fuentes de las ciudades que representan, en la nouvelle de Rafa los encuentros fugaces, las mínimas acciones y las escasas palabras intercambiadas son la punta de un iceberg cálido de fraternidad.

Como dice un personaje, hablando de los bichos y su persistencia más allá de toda duración humana, el secreto es su “maravilloso poder de adaptación, trabajo en equipo y solidaridad”.

Esa historia y esa geografía son construidas en un ritmo narrativo que hipnotiza y que toma distintas velocidades según qué o quién vaya narrando.

La urgencia de un relato de aventuras deriva en un remanso poético o en la distorsión onírica: qué se cuenta exige modificaciones en el cómo se cuenta y en esos cambios Rafa es un maestro.

La jerga de manual guerrillero o la charla de paisanos, la perorata fascistoide o la discusión futbolera, el soliloquio o el diálogo, son espacios donde se recortan los límites de la palabra, límites que no achican sino ensanchan.

Cómo la cordillera soñada como meta agranda y magnifica los límites de la llanura por la que corren los personajes, por donde corre la voz, por donde corren los sueños.

(*) Este texto forma parte del prólogo del libro “Sarita y ese tipo”, última novela de Rafael Urretabiskaya.

Te puede interesar

Cargando...
Cargando...
Cargando...